Gato por liebre
No hace mucho tiempo leí en una famosa revista culinaria una reflexión en torno a qué tipo de oferta gastronómica estamos ofreciendo -valga la redundancia- a los extranjeros que nos visitan. Por ello, acompañé a una visitante sueca por varios locales de Barcelona donde, en nuestra opinión, aunque se mantiene la esencia de la cocina y las tradiciones ‘manducas’ de este país.
Mientras escribía el texto, y cuando lo vi impreso, me vino a la cabeza una reflexión paralela: si la mayoría de ‘guiris’ que nos visitan se van de aquí convencidos, erróneamente, que han podido probado la auténtica cocina española, ¿no nos pasará lo mismo a nosotros cuando viajamos al extranjero?
¿Quién nos asegura que la cassoulette que hemos probado en Carcasona, la hamburguesa que hemos degustado en Jackson Hole, el tajín que nos han servido en Marrakech y la Kremna Rezina que ha culminado el menú ‘tradicional’ esloveno en Bled son auténticos? Hombre, hay casos que son evidentes, pero siempre nos puede quedar la duda de si hemos acertado o no a la hora de elegir el restaurante en una ciudad que no conocemos de nada. Porque, si bien la picaresca española tiene la fama que tiene, existe en todas partes. De ‘tourist traps’, encontramos en todos los países y, desengañémonos, si estamos en pleno Piccadilly Circus, es posible que el ‘fish and chips’ que nos sirven a 2 libras la ración, no sea, precisamente, de manual. Y eso no quiere decir que no sea bueno o sabroso, pero claro, no es un auténtico ‘fish and chips’ -plato que, por cierto, procuraré analizar en una futura entrada del blog-.
A muchos extranjeros les sirves esto y están convencidos de que han probado una auténtica paella. Pero si en vez de una sartén -con aceitunas!! – esto fuera un Uttapam de la India, ¿podéis afirmar seguro que habéis probado el auténtico?
Porque, tengamos claro, los turistas, seamos de donde seamos, tendemos a pensar lo menos posible. Hablo del turista, no del viajero, que los hay, que se impregna de la cultura del país que visita para evitar, precisamente, caer en las trampas para turistas. Pero en general, lo más habitual a la hora de preparar un viaje es elegir el destino, comprar el billete, reservar hoteles BBB (buenos, bonitos y baratos) y dejarnos orientar por las guías de manera totalmente acrítica. ¿Que acabamos en el restaurante que sale en la guía y que sirve auténticas aberraciones y nos olvidamos del local que, cien metros más allá y por un precio similar, sirve auténticas especialidades locales? No hay problema. Lo más seguro, de hecho, es que nunca llegamos a saber que hemos cometido este error.
Es difícil evitarlo, las cosas como son. Porque, al final, si tienes tres días para visitar una ciudad, lo más seguro es que no dispongas de un mes para preparar a fondo el viaje y escoger los restaurantes donde degustar las especialidades del país o de la ciudad. Al final pesan más las pizarras llamativas en plena calle y los locales llenos de gente, que no el criterio objetivo. Y es normal. Pero, en la era de internet, tal vez vale la pena dedicar unos minutos, o unas horas, a visitar foros y webs especializadas donde los viajeros dan su opinión. Esto también hay que cogerlo críticamente, porque no todas las críticas que aparecen en estos sitios web son reales ni están bien argumentadas y pueden llevar a engaño.